martes, 22 de junio de 2010

Roma-Valencia

8-11-08

Amanezco con la cara y las manos llenas de picotazos producidos por una legion de mosquitos romanos. La pareja de guiris compañeros de habitacion duermen a pierna suelta. Recojo mi mochila y mis cosas silenciosamente y bajo a desayunar. Los currantes del albergue, pasan totalmente de mi cuando les digo lo de los mosquitos, no me quiero mosquear, porque es mi ultimo dia de viaje y quiero estar contento, aunque la verdad es que no fueron muy amables, de todas maneras poco me he dado cuenta del carácter de los italianos y se que eso va con ellos.
Dejo la mochila en el luggage-room y voy para la calle sin ningun plan, simplemente me dispongo a dejar pasar este ultimo dia en Roma.




Plaza de la Republica



En la plaza de la Republica, a dos calles del albergue hay una iglesia como incrustada en unas ruinas romanas, aparentemente se ve cutrecilla y pequeña, me da por entrar y de pronto me llevo una agradable sorpresa, la iglesia es muy bonita y original, se llama Santa Maria de los Angeles. Esas ruinas que comentaba eran las antiguas termas y precisamente la iglesia se erigio alli en recuerdo de los cristianos que murieron en su construccion. Como dato original, el diseño de la iglesia fue ideado por Miguel Angel y el interior podria definirse como una magnifica pinacoteca. Hay algo muy llamativo en su interior, es el reloj solar, un rayo de sol entra por un agujero situado sobre el altar mayor y va recorriendo una linea de bronce de 45 m incrustada en el suelo, es una pasada. Realmente era una iglesia preciosa y es que en Roma cualquier pequeña iglesia parece una catedral. Realmente aunque ya no soy nada religioso, las visitas a iglesias y por supuesto a catedrales, son insprenscindibles para mi, son lugares que me fascinan, me encanta la construccion en si y aunque suene un poco esoterico, la energia que encierran dentro casi se puede tocar, aunque he de reconocer que en ocasiones, sobre todo aqui en Roma, me siento indignado, por el poderio y la prepotencia que la iglesia catolica demuestra.





Puente sobre el rio Tiber



Cojo el metro y voy al Coliseo, son sobre las 8.30 de la mañana, hace un dia esplendido y ya que es mi ultimo dia, me lo voy a tomar de tranqui. Subo a una de las famosas colinas de Roma, hay un parque y como no, ruinas a saco, entre las ruinas descubro a un monton de emigrantes africanos, tendiendo ropa al sol, los cuales estan viviendo alli mismo entre las ruinas, en pesimas condiciones.
Me pierdo por la ciudad, adentrandome en barrios donde no hay turismo, pasear por Roma sin rumbo es una gozada, visito alguna despampanante iglesia mas y un guardia de seguridad me echa sin contemplaciones de un palacio a donde accedi disimulando, en el cual se celebraba una especie de congreso o algo asi. Compro cerveza y me siento en un banco de un parque a tomarmela en plan vagabundopobrebolinga .




Alrededores del Coliseo



De forma repentina comienza a llover, monto en un bus y un ratito despues me bajo muy cerca del Castel S. Angelo. Continua lloviendo y me meto en una inmensa libreria a esperar que pare, cuando lo hace, compro algo de comida en un supermercado, busco algun lugar donde sentarme a comer y aparezco en una pequeña plaza donde hay un mercado, algunos de los puestos son de lo mas pintoresco, sobre todo los de especias y condimentos, que recuerdan un poco a los tipicos mercados arabes. El ambiente es encantador, hay algunos musicos tocando, descubro al saxofonista gordo que vi el otro dia muy cerca de aqui, esta tocando con otra formacion diferente. En esta ocasion el tio esta pegandole a la Bossa-Nova y a las canciones populares italianas, se nota que el gordo es el que manda, improvisa como le da la gana y a la perfeccion y le da a la melodia un gusto exquisito. Les echo dos euros, sinceramente, es lo mejor que he oido en la calle, cuando dejan de tocar, me acerco a hablar con el gordo, el cual no pasa de los 30 años, al igual que los grandes maestros el tio es introvertido y humilde, no le gusta mucho hablar, aunque cuando le digo que yo tambien soy musico (aunque sea un musiquillo a su lado), muestra mas interes. Le pregunto que hace en la calle un tio con tanto nivel musical, me cuenta en su justito Ingles-italiano que es de Bulgaria, solo hace dos meses que esta en Roma y espera una oportunidad. Estoy seguro que alguien se fijara en el tarde o temprano, es un virtuoso del saxo alto y no se merece estar en la calle pasando calamidades.




En el mercadito con mi inseparable cervezon



Compro una Peroni en una tienda al lado del mercado, el tendero es un poco mas mayor que yo, el tipo es buena gente y muy hablador, le cuento sobre mi viaje y que esta tarde volvere a España, el me escucha maravillado cuando le digo los paises y ciudades que he visitado, el tio tristemente me dice que nunca ha viajado, es mas, me confiesa que solamente en contadas ocasiones ha salido de Roma y sueña con viajar y conocer el mundo, por supuesto le animo a que lo haga, quiza mi comentario sirvio para que se lanzase a algun viaje.
Vuelvo un rato despues al hostel y recojo la mochila, en el espejo del baño, me doy cuenta que se me ha hinchado parte de la cara a causa de los picotazos de la noche anterior, en recepcion les insisto en pedirles alguna pomada o algo asi, pero los muy cabrones siguen pasando de mi y encima murmuraban cosas en italiano entre risitas.




Las calles mojadas de Roma




Cojo el metro y vuelvo de nuevo al Coliseo, me siento enfrente durante un buen rato, sinceramente es lo que mas me ha gustado de Roma y no me quiero pirar de aqui sin contemplarlo y admirarlo por ultima vez antes de ir al aeropuerto. Sigo opinando que los italianos, aqui en Roma y al igual que en el resto de Italia no miran mucho al futuro, sino que se limitan a conservar el pasado y vivir de las maravillas que construyeron sus antepasados, yo creo incluso que ellos lo ven como un chollo para sacar la pasta a los turistas.




Turistas y mas turistas




Ya decidido, cojo el metro otra vez y voy para el aeropuerto Ciampano, me bajo en la ultima parada, en la estacion Anganina, todavia falta un poquito hasta que salga el bus, asi que me da tiempo a tomar mi ultima Peroni de 66 cm cubicos.
Una vez en el aeropuerto, mientras estoy en la cola para facturar mi mochila, observo una discusion de dos tios españoles con el tipo que pesa las maletas, parece ser que uno de ellos va sobrepasado de peso, tiene que pagar para poder subir las maletas y no tiene ni un duro, yo paso de meterme en el lio, al final ellos consiguen repartir el peso en las maletas de otros pasajeros.





Ruinas por donde mires




En uno de los bares saco de la nevera dos latas de cerveza, tengo suerte y el camarero sin darse cuenta me cobra solo una. Aterrizan en el bar los españoles de la discusion anterior, les saludo y me siento con ellos. Los tios son de puta madre, se han conocido en la cola y tambien van a Valencia, uno es argentino, vino de su pais hace un mes, ha estado en Roma en casa de un familiar y ahora va a Benidorm a trabajar, donde lo espera su novia. El otro es de Alicante, ha pasado 8 meses en Roma con la intencion de aprender italiano, le ha cogido tanto asco a los italianos que se vuelve a Alicante y no quiere saber nada de Italia en su vida. Nos sentamos juntos en el avion, durante el viaje decimos barbaridades continuamente y nos reimos sin parar, la verdad es que cada uno con su razon y su historia particular, coincidimos en que los tres estamos contentisimos de ir a España.
Llegamos al aeropuerto de Manises, atrás queda Europa y ahi estaba mi hermano fielmente esperandome.

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